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martes, 3 de mayo de 2016

El juego del Ayuntamiento con los opositores

El paro, por mucho que los políticos intenten maquillar los datos, no mejora. Los celebrados descensos se falsean gracias a la estampida de inmigrantes retornados, sumado a los emigrantes propios, ya expatriados. Junto a otras técnicas deshonestas para reducir la lista, como el dar de baja a los desempleados que están asistiendo a cursos porque entenderán ellos que, “el saber”, da de comer, cotiza y paga hipotecas. Por no hablar de aquellos parados que han desistido en su empeño de renovar una demanda de empleo que parece no llevar a nada, borrando de las listas su nombre pero no su situación. Por eso no sorprende que convocatorias públicas para elaborar bolsas de empleo con interinos (interinos, que no funcionarios de carrera), sean demandadas masivamente. La gente se agarra a lo que sea y desembolsa una tasa, de entre 8 y 15 euros, por participar en una prueba que, en el mejor de los casos, le consiga un contrato de un par de meses en una Administración  Pública.

Esta iniciativa, además, es muy jugosa para sus organizadores. Calculen ustedes en base a la última, realizada por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife: 2.496 personas convocadas, a 8.67 euros la inscripción, dan unos 21.640 euros con los que hacer caja. Si la mal llamada ‘Ley de Transparencia’ cumpliera su función, sabríamos a qué fin se dedican estas recaudaciones tan de moda entre los distintos ayuntamientos de la isla, pero dudo mucho que se destinen a ayudas sociales o subsidios, ni tan siquiera al sueldo de los empleados temporales resultantes.

Recordemos que no se adjudican plazas, son sustituciones, de modo que no hay un número exacto que cubrir pero el Consejero de Hacienda y Recursos Humanos, Juan José Martínez, se muestra optimista: “calculamos que serán 8 ó 10”, comenta en el telediario. Dada la competencia, es como ganar la lotería pero atendiendo al premio, se queda en rifa de barrio. La disputa es masiva porque la gente está desesperada y la Administración se aprovecha: ¡hagamos negocio! Si quieren trabajar, con una probabilidad de lotería, pasen por caja.


oposicion ayuntamiento santa cruz tenerife



“Igualdad, mérito y capacidad” es el lema de las convocatorias públicas. Muy bonito sobre el papel pero humo en la realidad imperante. La oposición para el Ayuntamiento da buena muestra de ello. La misma, se basa en dos pruebas: un test de 50 preguntas y, superado éste, un supuesto práctico. Los temas versan sobre leyes, en su mayoría; leyes compuestas de capítulos, títulos, disposiciones adicionales, disposiciones transitorias y finales, desglosadas a su vez en artículos. Lo fundamental de éstas, es su contenido, ya que su orden y correlación importan a nivel representativo, es una forma de esquematizar el compendio con cierta lógica, aunque dejando a libre designación del legislador, el otorgar  el número 125 ó 126 a la materia que toque. Es resaltable porque, sabiendo esto, a nadie se le ocurre versar un examen sobre la numeración de artículos, pues qué más dará el lugar que ocupen. Más en los tiempos de Google, donde una consulta de este tipo, dura unos segundos. Bien es cierto que hay artículos importantes, por así decirlo, que son constantemente referenciados a lo largo de una ley concreta, ocurriendo que, a fuerza de repetición, se memorizan. Por tanto, podría ser comprensible que, de recurrir a una pregunta así, ésta se ciña a los artículos mentados. Eso si partimos del sentido común y, sobre todo, del conocimiento. Lástima que el buen hacer y el discernimiento escaseen. De ahí que en una oposición tan importante como la del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, se haya dedicado un 25% del examen a preguntas sobre numeración. Inaudito, lo nunca visto. Como siempre en Canarias, innovando en regresión.

Eso sólo por matizar lo que resulta, inmediatamente más indignante, ya que también hay otras preguntas cuyos enunciados no son claros y algunas que quedan a “fantasía” del creador, cuando lo legal es ajustarse, literalmente, a lo dispuesto en la ley. El creador, por cierto, se llama Innocan. La susodicha empresa, autoproclamada como TIC (tecnología de la información y la comunicación), dice desarrollar ‘aplicaciones con tecnología propia, basadas en tratamientos de datos e imágenes’, en una web que ni siquiera tiene dominio propio (tira de Wordpress gratuito) y ni se molesta en que sus enlaces funcionen (están vacíos) o en aplicar una plantilla ‘responsive’ (adaptable a las distintas pantallas: ordenador, móvil, tablet…). Esto, al menos, es lo que se encuentra uno en el primer resultado que arrojan los buscadores; como carta de presentación para una empresa tecnológica, deja mucho que desear. Es como ir a la peluquera y ver que la peluquera tiene el pelo quemado, mucha confianza no da...

Con este conocimiento de antemano, no sorprende el desastroso examen presentado ante miles de personas, donde resultaba evidente que no existía un dominio de la materia. La muestra no reflejaba adecuadamente el temario propuesto, ya que hubo temas que directamente no aparecían en el repertorio de preguntas. Además del patrón elegido, que fundamentó una cuarta parte del mismo, en cuestiones relacionadas con la numeración de artículos; algo que queda en anécdota en oposiciones previas de la misma categoría. No olvidemos que estamos hablando de configurar una lista de sustitución para auxiliares administrativos, no se trata de un concurso para la abogacía del Estado, donde controlar las leyes a este nivel, podría tener su razón de ser.

Si bien hay quien acierta los números de la primitiva, de modo milagroso, no puede aplicarse el mismo sistema a una prueba de acceso para un puesto en la Administración. Utilizar una ponderación adecuada y extraer preguntas representativas de conocimiento válido y no de la Virgen de Lourdes, es lo correcto. Muchos parecen olvidar que esto no es un simple examen, va más allá, es el futuro de la gente. La cual ha dedicado un tiempo importante a estudiar y, además, ha pagado por presentarse (con esfuerzo, no pocas de las veces). Detrás de esa cifra de 2.500 inscritos, aparentemente inerte, hay historias duras pero, ante todo, reales. Casos de personas que han tenido que pedir prestado el dinero de la tasa o que compaginan empleos precarios. Algunos llegaron uniformados al examen porque éste se celebró un miércoles a las nueve y media (cuando lo habitual es hacerlo un festivo por condiciones de igualdad), y a las que ha supuesto un contratiempo tener que pedir el día libre o una reducción de horas. Lo mínimo exigible en tales circunstancias, es respeto.

Este examen no es un filtro para “tener a los mejores”, como se atrevió a decir el alcalde Bermúdez, no sé si con cinismo o con el más aberrante de los desconocimientos. Desde luego, con ese comentario demuestra que él, sí que dista mucho de ser el mejor alcalde que podríamos tener. Estén atentos al porcentaje de aprobados y a la nota media (si es que se atreven a publicarla), a ver si la supuesta “criba de la excelencia”, arroja unos resultados que evidencien algo de justicia.

Todavía queda una segunda parte de la prueba para los pocos que, guiados por los santos y el azar, hayan conseguido un cinco raspado. Veremos con qué sorprende el tribunal, si vuelven a tirar de desproporción con falsos argumentos de calidad o si intentan redimirse. Simplemente recordar que esta prueba forma parte de un proceso selectivo que espera repetirse en 24 ocasiones más, para la sustitución de técnicos, ingenieros y otras áreas del mismo organismo; con el que podremos vislumbrar cuánto afán recaudatorio oculta esta práctica.


Lo que, sin lugar a dudas, debería ser una constante, son las quejas de los afectados. Dos mil quinientas personas que están en su derecho de reclamar una prueba que nada tiene que ver con un baremo justo y de hacerlo más allá del descontento interno, porque ése queda sin consecuencias. ¿Hasta cuándo vamos a dejar que nos sigan tomando el pelo, rindiéndonos antes de empezar? 


lunes, 25 de abril de 2016

opositar, esa eternidad

Nunca he sido de boli bic. Parecen más duraderos que los pilot, no digo que no… aunque igual su eternidad se debe al vil abandono al que los someto, relegados en cajones hasta que se volatizan o vuelven a su planeta. Lo siento, no me gustan, me hacen escribir lento y empeoran mi ya pésima caligrafía; no obstante, el bic es el bolígrafo ideal para rellenar impresos con hojas autocopiativa y, por tanto, es el elegido en exámenes de oposición. Como me iba a tocar rellenar cuadritos de respuestas sí o sí, fui a Favego y me compré un boli bic dorado, también los había plateados, pero si estábamos cargando de simbolismos a un boli, la plata era quedarse corto.




No me limité al superpoder del oro, también estudié y me presenté junto a otros tantos miles al examen para interino del ayuntamiento. El cual, por cierto, fue un fiasco; prueba irrefutable de la mala baba o de la incompetencia que tienen los creadores de tests. Evidentemente, nadie se va a aprender la numeración de las tropecientas leyes aplicables, sabes su contenido y hasta puedes usarlas pero si ocupan el artículo 124 o el 225 es irrelevante (más en los tiempos de consulta inmediata de san google). Hay artículos que se referencian constantemente y por eso se te quedan, como el 54 que habla de la motivación de los actos, el 62 y el 63 sobre su nulidad y anulabilidad o el 38.4 que cita las opciones de registro. Si hubiese que preguntar algún número, tendría que ser en referencia a estos y no a la aleatoriedad ciega de una ouija borracha. Cosa que hicieron en el susodicho examen con la intención de demostrar no sé muy bien qué, porque no tienes que ser John Nash para ejercer de auxiliar administrativo.




Si tengo que quedarme con algo bueno de la experiencia, es que me sirvió para optimizar mi estudio los días previos, repasando temas a una velocidad sorprendente, dado los estados previos de ensimismamiento donde las vetas de madera se volvían interesantes. Una vez hecho y superadas las fases de enfado, odio y quema de coches, retomo ese estado de astenia que da el volver sobre lo mismo (qué condena). Cuento los minutos y los días, porque a lo tonto, llevo un año con esta oposición. Algo que inicié “por probar” y que iba a llevarme un par de meses, se ha convertido en un medio de vida pero ya está bien, empieza a oler a rancio y quiero deshacerme del cuerpo. Ya me he planteado todas las opciones: que lo pongan fácil, que sea complicado, que sea asesino, que tenga dislexia… y he pasado por todos los estados anímicos, desde la euforia a la derrota anticipada, así que examen, ya no puedes pillarme por sorpresa. Te he dedicado un tiempo más que suficiente, que sea lo que tenga que ser, ¡pero ven ya!

martes, 23 de febrero de 2016

mi novio es un boe que me incita a cortarme el pelo

Solvento mis problemas cortándome el pelo o, mejor dicho, me lo tomo como el punto de partida para los grandes cambios que acontecerán. En momentos críticos, post ruptura, al terminar un curso o al empezar otro. Me gustaría decir que también en la transición entre empleos pero no he tenido la suerte de ser contratada legalmente. Por cierto, mañana tengo una cita con el Servicio Canario de Empleo quienes me llamaron, desatando mis esperanzas e ilusiones momentáneamente, para escupirlas y pisotearlas en el suelo al descubrir que se van a limitar a preguntarme si sé hacer un currículum y buscar ofertas en internet. Porque igual el problema es mío, que tengo muñones por manos y pienso que los ordenadores son cosa del demonio. Supongo que así justifican sus sueldos (conseguirte trabajo no entra dentro de sus competencias) y alguna que otra subvención europea: estamos ayudando a los parados, les hacemos venir a las Torres, que tienen un entorno mucho más bonito que la oficina de empleo y así salen de casa y fingen ser glamurosos de camino a “su oficina”, en el centro de la ciudad. Ay qué bien lo voy a pasar.

pelo, peluqueria, crisis, oveja

Tratar con administraciones siempre te alegra el día… (fin de la ironía).Te aferras a la idea de que son tópicos, que la mala fama no tiene fundamento pero casi siempre que vengo de relacionarme con alguno, se me hace más y más difícil creer que el mundo es un lugar justo (¿por qué ese señor tiene empleo y yo no?) y que todos esos artículos colados en las leyes que me estudio tipo “por el interés general”, “al servicio del público” o “tratar con esmerada deferencia” son eso, literatura y papel, papel mojado. Porque sí, intento ser funcionaria. Chan chaaaaan. ¿Inesperado? Bueno, maticemos. No aspiro a ser una funcionaria al uso, llamadme crédula o soñadora, pero me gustaría ser una de esas que atienden a la gente con ganas, no arrastrando mi tedio por su cara con mano boba y sudada porque, no sé, igual es una locura, pero siempre me ha parecido que el malhumor y la desgana agotan mucho más que el intentar hacer las cosas bien. Qué cansado es estar siempre a la defensiva o, peor, no haciendo nada. Sí, sé que trabajar de cara el público te enfrenta a diario con fauna humana despreciable pero mi política será partir del respeto y las buenas formas, si luego veo que estoy tratando con un infrahumano, pues ya adoptaré una pose de descerebre amébico y me haré la tonta con un hilillo de baba decorando hasta conducirlos a la desesperación y la locura; pero no antes, por favor, mantengamos la presunción de inocencia. Al menos eso es lo que me habría gustado encontrarme a mi cuando he necesitado información y se han limitado a resoplar que “ni idea, búscalo en el BOE; ¡siguiente!”. Con lo amenos que son estos boletines de leer, qué considerados son estos empleados que reservan para nosotros (en exclusiva, todo vuestro; no, gracias, de verdad, para ti entero) el goce de adentrarnos en estos textos únicos, atractivos, con los que el tiempo pasa volando. Ojalá no existieran los libros, ¡ojalá todo fuesen boletines! Con sus órdenes, sus resoluciones y, oh sí, sus montones de anexos. Un BOE, un BOC, un BOP, ¡tantos donde elegir! Asemejemos la vida al boletín: blanco sobre negro, estandarización de formato y bloques y más bloques de texto, chiquititos, con cursivas. ¿Disposición transitoria? ¡Por dios, sí! ¿Y una adicional? ¡Dame más, boletín! Oh boletín, ¡te amo!

Enajenación aparte, ya cojo los boletines como si fuesen el Diez minutos o el Hola; al principio se me hacían cuesta arriba pero una vez memorizada la Ley 30/92, todo lo demás son vacaciones. Legisladores anónimos, lo reconozco: al final me ha gustado estudiar esto. Obviamente estoy harta de releer lo mismo cíclicamente por culpa de unas oposiciones que no terminan por tener lugar pero sacudiendo esa capa de monotonía y anacronismo resulta que, sorpresa, es interesante. Conocer tus derechos te da una especie de soltura ante la vida bastante reconfortante, igual sigues siendo pobre pero sientes que tienes una visión más amplia del mundo. Aprender, investigar, todo eso es bueno, da sentido. Sí, desencanta ver como quien hace la ley, hace la trampa (estrictamente y no sólo como refranero) pero es mejor ser consciente de que la Ley de transparencia (por ejemplo) es un bluf, a que te engañen pensando que de verdad están mejorando por ti. Igual a corto plazo estás en la misma situación del iluso que vive en la ignorancia pero, a la larga, tu posición es mejor. O por lo menos yo soy partidaria de que no me tomen el pelo y si la realidad es asquerosa, prefiero vivir en ella para poder actuar en consecuencia, antes que mantenerme en la inopia, perdida entre los cebos que me lanzan para manipularme.

Que se crea otro que han subido las pensiones y el sueldo mínimo sin ahondar si ese porcentaje equivale a dos euros más al mes solamente. O que se trague otro que ha descendido el número de parados sin contar que parten de una base que no tiene en cuenta a los emigrados, a los que ya han tirado la toalla y pasan de apuntarse como demandantes de empleo o a los que han dado de baja por estar haciendo un curso (el colmo del falseo). De ahí mi insistencia en seguir actualizando el darde, no porque crea que me vayan a resolver la vida, sino porque me niego a que mi baja les sirva de excusa para llenarse la boca con un “estamos saliendo de la crisis”. A mi costa no va a ser. Y puede parecer que es como darse de cabezazos contra la pared, a fin de cuentas, van a seguir lanzando este mensaje y tratando de engañarnos, y el vecino caerá y nos los comentará en el ascensor para inundarnos de frustración. Está claro que el ideal es que todos nos formemos, ése sería el principio, pero mira, mientas tanto prediquemos en el ejemplo y tiremos de frase impresa en sobre de azucarillo: atrevámonos a ser el cambio que queremos ver en el mundo. Pero eso sí, cortémonos el pelo antes. Porque unas tijeras cierran un ciclo y abren otro, según la galletita de la fortuna que me he inventado. Es tonto pero todo lo que sirva para dar impulso y renovar actitud, será bienvenido :) Así que, peluqueros, sed buenos conmigo, que me estoy quedando sin balas.

Aunque toque enfrentarse a ese fatídico momento.