viernes, 30 de septiembre de 2016

En ON: encendido y a tope

Como suele ocurrir casi siempre (o al menos, a mí me pasa), lo más difícil es arrancar. Ignorar los miedos y las trabas que nos tienen paralizados y lanzarse a ello; en plan suicida y sin buscar la red, solamente intentando nos desviarnos. Plantarle cara al papel en blanco (que impone más después de tanto tiempo) y frenar la autoexigencia. Con el trabajo, llegarán la mejoras.

Y este ha sido mi estado en los últimos meses: escribir, escribir y escribir. Poniéndome a prueba, ganando seguridad… también me han invadido los momentos de pánico, no voy a negarlo. Es algo con lo que tendré que luchar toda la vida pero, poco a poco, voy encontrando recursos y técnicas que me ayudan a evitar el colapso. Ya se recuperarán las noches de insomnio producto de la ansiedad, alargando las victorias que (todavía hoy) me fuerzo a hacer pequeñas. Estoy en recuperación de mi tendencia al autosabotaje (y aún me quedan algunos pasos).



Esta introducción tan dramática intentaba ser el preludio de la mejor noticia del año: ¡Voy a empezar a escribir opinión! Será una colaboración semanal, ¡y me han asignado los domingos! Para mí es el mejor día, porque lo tengo completamente asociado a la publicación de todos los grandes. No es que esto me convierta en uno de ellos (¡mis ganas!) pero sí que siento que estoy siguiendo su trazado, mientras chequeo sueños adolescentes.  ¡Choque de manos cósmico con mi yo de trece años!

La verdad es, que aunque deseaba que esto llegase, no esperaba que fuese a ocurrir tan rápido. Estas dos semanas han sido un altibajo emocional constante: asumiendo el rechazo para luego enfadarme por ello, al tiempo que pasaba a la celebración yonki que desencadenaba en un terror hiperventilante. Todo muy divertido.


Pero la oportunidad ha llegado, está aquí y no voy a apartarme. 

lunes, 5 de septiembre de 2016

Alaska: El fenómeno Chris McCandless

Era 1845 cuando Henry Thoreau renegó de su vida en el pueblo de Concord y se adentró en los bosques de Massachusetts con un propósito claro: Vivir deliberadamente. «Enfrentar solo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido», serían sus palabras.

Durante dos años se trasladó a una cabaña, sumergida en plena naturaleza, desde la que trascribiría sus pensamientos. Un trabajo de introspección que vería la luz en Walden. La obra expresaba su deseo de escapar del exceso de civilización. La búsqueda de una vida más simple y carente de lujos pero donde la contemplación estuviera presente. Para Thoreau, la mayoría de la gente se limitaba a reaccionar sin mayores propósitos o posponiendo éstos a un futurible mañana. «No viven, sobreviven», diría. 

Este mensaje calaría hondo en otro soñador que también se cuestionaba el modo de vida que le habían marcado. Su  nombre era Chris McCandless. Recién licenciado en 1990, donaría todos sus ahorros y partiría hacia el norte de Estados Unidos, en un viaje sin fecha de regreso. Su historia se haría célebre a raíz de un artículo del periodista Jon Krakauer quien, cautivado por el personaje, recabaría más datos con la intención de conformar su futuro best seller: Hacia rutas salvajes. El germen que daría lugar al antihéroe en el que muchos se verían reflejados.